Aprender a mejorar nuestra convivencia
Este es un blog para poder aprender a convivir mejor con nuestra familia y compañeros o maestros de la escuela
Tener una buena relación con los hermanos y padres, fortalece los vínculos afectivos y mejora la autoestima de cada uno de los miembros de la familia.
En la familia conviven a la vez generaciones distintas, géneros, personalidades, capacidades, ideologías, intereses…, lo que nos obliga a resolver conflictos y diferencias entre los miembros con cierta periodicidad. El modo de resolverlos generará hábitos en los miembros familiares, que después tratarán de utilizar en su relación con el medio y la sociedad.
Las normas
Pueden resultar un poco incómodas porque nos obligan a privarnos de algo que queremos. Si esas normas se generan en sistemas autoritarios, donde se imponen y hay que asumirlas sin discusión, el que las cumple, cuando afectan a algo que quiere hacer, sentirá dolor, ira, frustración, etc.
La comunicación
Este diálogo del que hablamos puede trabajarse y ser fruto de la mejora de las habilidades sociales. El tipo de comunicación que ofrecemos al otro predispone a éste a optar por una determinada respuesta.
Buscar momentos para hablar
Una primera pauta que proponemos es buscar espacios del día para hablar con los otros miembros de la familia. Lo ideal es proponer una hora al día, por ejemplo por la noche, después de cenar, donde la familia se reúna y comente cómo le ha ido el día, algo que le haya pasado, pequeñas preocupaciones, etc.
La idea es que se pueda hablar de forma informal con los hijos, con el padre, la madre, etc., y que se disponga de un pequeño espacio para que cada uno/a exprese cómo se siente. La comunicación es una herramienta esencial de creación de bienestar en los grupos, que aumenta la confianza y permite fortalecer el vínculo entre los miembros.
Compartir aficiones
Otra pauta que proponemos sobre cómo mejorar la convivencia familiar es buscar aquellas aficiones o hobbies que podamos tener en común con otro miembro de la familia. Lo ideal es buscar puntos en común, especialmente con aquellos miembros de la familia con los que nos llevamos peor, o con los que últimamente hemos tenido más momentos de tensión, cierto grado de distanciamiento, etc.
Puede ser por ejemplo entre una madre y su hijo. La afición en cuestión puede realizarse dentro o fuera del hogar (por ejemplo salir a pasear, ir al cine, hacer puzzles…), y también puede ser una buena opción buscar un día de la semana “fijo” para realizar dicha actividad. Lógicamente, tiene que ser una actividad que guste de verdad a las dos partes y que se realice por placer, no “por obligación”.
Establecer normas
De nuevo las normas y es que es otra pauta que intenta dar respuesta a cómo mejorar la convivencia familiar consiste en establecer ciertas normas, especialmente dentro del hogar. Esta pauta puede resultar útil sobre todo si se tiene hijos/as pequeños o adolescentes.
Las normas se pueden acordar entre toda la familia (siempre teniendo en cuenta la edad de los/as hijos/as y/o nivel de desarrollo). Estas normas pueden incluir, por ejemplo: horas de llegada a casa (especialmente en adolescentes), distribución de tareas del hogar, otros tipos de horarios, cosas que se pueden hacer dentro de casa y cosas que no, etc.
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